La experiencia de País-Costra para conectar a los jóvenes con la memoria
19 de mayo de 2025
Desde el jueves 15 al sábado de mayo, País-Costra —producción propia del Teatro Camilo Henríquez— se presentará con diversas funciones en el espacio cultural ubicado en Amunátegui #31.
La obra en cuestión emergió del proyecto 73/24, una iniciativa del Teatro Camilo Henríquez que el año pasado reunió a jóvenes creadores y a destacados especialistas en memoria y Derechos Humanos en una serie de talleres.
El propósito, según explicó la directora Ejecutiva de la sala ubicada en el edificio del Círculo de Periodistas de Santiago, Bárbara Nash, era vincular a las nuevas generaciones con la memoria y las historias de jóvenes víctimas de la dictadura cívico-militar en Chile (1973-1990) a través de las artes escénicas, trazando como objetivo la formulación de una obra que hoy conocemos como País-Costra.
«El arte tiene un rol no solo de difusión artística, creativa o de entretenimiento, sino que también tiene que invitarnos a la reflexión y a preservar la memoria a través del arte como un eje de desarrollo social (…) Somos mediadores de esta historia, un puente entre esa juventud que vivió los horrores de la dictadura cívico-militar y la juventud de ahora, que tiene, claramente, nuevos desafíos importantes«, precisó Nash, haciendo énfasis en la importancia del rescate de la memoria para la construcción de futuro.
¿De qué se trata País-Costra?
La historia de la obra, a cargo de los directores Marcelo Salinas y Nicolás Fernandois, centra su atención en la evolución en el tiempo del actual sitio de memoria en el balneario Rocas de Santo Domingo —ubicado en la homónima comuna de la Región de Valparaíso—, desde que fue contemplado como centro de recreación para los trabajadores durante el gobierno de la Unidad Popular (1970-1973).
Cuando se impuso la dictadura cívico-militar encabezada por Augusto Pinochet, el proyecto cambió radicalmente. La Dirección Nacional de Inteligencia (DINA), como aparato del régimen para perseguir opositores, convirtió el recinto en un anexo del Regimiento Tejas Verdes para utilizarlo como centro de detención, tortura y exterminio.
Tras la disolución de la DINA, el espacio quedó bajo administración de la Central Nacional de Informaciones (CNI) y luego, pasaron a ser propiedad del Ejército de Chile hasta su demolición el año 2013.
En efecto, ese mismo año, el alcalde de Santo Domingo Fernando Rodríguez Larraín (UDI) ordenó la destrucción del complejo arguyendo que representaba un peligro sanitario. Sin embargo, activistas y grupos en defensa de los Derechos Humanos desmintieron esta versión contundentemente.
Tras ello iniciaron un intenso trabajo para que el Estado reconociera oficialmente la propiedad como un sitio de memoria. El año 2014, el Consejo de Monumentos Nacionales aprobó otorgarle esta categoría, evitando por el decreto N.º 337/2015 su posterior intervención.
«Una de las reflexiones que hicimos en el montaje es que Chile completo es un Sitio de Memoria: el mar, el desierto, los bosques, las playas. Nos pareció importante fijar la mirada en otros lugares. En el ideario apareció este sitio de las Rocas de Santo Domingo con una historia muy particular«, expuso el director Marcelo Salinas.
¿Cómo es el nuevo ciclo de esta obra?
Además de los eventos históricos vinculados al balneario Rocas de Santo Domingo, la obra reflexiona sobre el clasismo de los sectores más privilegiados y afines al régimen, el auge del entretenimiento mediático y la farándula mientras se desataba el horror, la violencia simbólica y la posterior relativización de los crímenes cometidos en este periodo.
En este nuevo ciclo —a meses de su estreno a fines del año pasado— País-Costra llega con una propuesta mucho más madura. Haciendo gala del archivo recopilado por sus integrantes en la investigación, esta nueva versión presenta una verdadera experiencia en cuanto a estética.
«En esta nueva versión hay cambios que dan cuenta de un equipo más cohesionado y unido. Cada vez nos hace más sentido el montaje con esta puesta en escena. Hay más trabajo de archivo y de reconstitución de lugares de referencia. Decidimos develar el fruto de nuestra investigación en la propuesta artística para que todo quede visualmente más claro«, precisó el actor de la obra, Álvaro Cisternas.
Por su parte, Diego Barrios, compañero de Cisternas sobre el escenario, expresó que «hacer esta obra siempre es un desafío por todo lo que involucra y remueve. Lo trabajamos con mucho respeto y revisamos nuevamente el material, mejoramos varias cosas para nutrir el relato. El trabajo de memoria que se hace está definido en el nombre, entre más avanzamos en el trabajo nos dimos cuenta que la ‘costra’ de este país caló tan hondo que ya es parte de la idiosincrasia. Es difícil avanzar en reparación, es como si esta herida no cicatrizara porque hay sectores que quieren removerla constantemente sin respetar el proceso de sanación«, agregó.
¿Cuál es el sentido de hacer País-Costra?
Por último, el co-director de País-Costra, Nicolás Fernandois, reflexionó sobre la importancia de conectar a los jóvenes con estas historias.
«Sentimos todas las emociones, de forma cruzada, al hacer esta obra. Odio, rabia, tristeza… ganas de ir a hacer algo por recuperar algo perdido, es muy profundo. Es un sentimiento como de deuda con los compatriotas que sufrieron la parte más cruel de la dictadura. Esto se convierte en una bandera de lucha para seguir construyendo«, señaló Fernandois.
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