“Volver al lugar donde asesinaron a mi madre” es la primera incursión en la dirección teatral de Cheril Linett, artista de performance y directora escénica, reconocida por su proyecto de performance “Yeguada Latinoamericana”.
Ha participado en encuentros, festivales y realizando performance en espacios públicos, la directora marcó otro hito en su carrera al repletar su temporada 2023 en el Teatro Camilo Henríquez.
Conversamos con la artista, sobre su acercamiento al teatro, su visión frente al performance y cómo nació la idea tras “Volver al lugar donde asesinaron a mi madre”.
¿Cuál fue tu primer acercamiento al teatro?, ¿qué te motivó a estudiar la carrera?
Primero estudié Artes Visuales durante dos años y al ver una performance me llamó mucho la atención el estado en el que esta persona estaba, que irrumpió la Facultad de Arte del Pedagógico en un break.
Me llamó mucho la atención su corporalidad en el cómo se veía afectada por la acción que estaba haciendo, que estaba trabajando con su menstruación y no sé, con un machete enorme que daba vueltas sobre su cabeza. Quedé curiosa y me puse a preguntar qué era. Me dijeron que era una performance y nunca había escuchado de performance.
Seguí investigando y encontré varios referentes allá en la universidad. Libros de arte, donde habían personas como Ana Mendieta, Marina Abramovic, Cindy Cherman, encontré a Regina Galindo entre esas investigaciones y pensé «¿habrá alguna asignatura aquí en la universidad en que podamos ver la performance?» y me dijeron que no.
Era una práctica muy experimental y que gente de artes visuales la llevaba a cabo, pero no había una asignatura donde poder experimentar. Ahí pensé que quizás yo quería trabajar con el cuerpo.
Descubrí a Antonin Artaud en ese mismo tiempo, El teatro de la crueldad y de ahí yo quise estudiar teatro, pero fue más por esa razón, porque necesitaba explorar con el cuerpo y en la carrera de Artes Visuales, al menos donde yo estaba estudiando Licenciatura en Arte, no lo iba a poder realizar, o quizás sí, por mi cuenta.
En teatro también, más bien, fue por mi cuenta, porque tampoco tenía un ramo en que pasemos performance, Sí, había un ramo que se le acercaba mucho, que era el de Amilcar Borges, que era más una mezcla bien experimental, teatro, performance y una metodología muy suya, muy propia, que me gustó mucho en la escuela. Por eso terminé trabajando con él como unos seis años de ayudante de su ramo en actuación en tercer año.
Lo tuve que llevar a cabo más bien sola, pero al menos en teatro pude tener las herramientas escénicas, pude explorar entre las emociones el cuerpo, sus posibilidades, creo que ahí encontré más herramientas.
¿Qué se puede transmitir de la performance al teatro?
De la performance al teatro, al menos a mí me pasa que al empezar a hacer performance me hizo tener más confianza en mi presencia, en mi manera de estar en los lugares, porque no necesariamente en la performance se está en la escena, pero si uno está ahí de alguna manera escenificando, al irrumpir un espacio y transformarlo en ese instante en otra cosa.
Me dio mucho de la presencia y del tener mucha conciencia del espacio, del entorno, de mi cuerpo, de mi respiración, de mis flujos. Cuando después tuve una oportunidad siguiente con el teatro, desde el lugar de actriz,lo pude disfrutar bastante, porque creo que ya tenía otra confianza en mí, que puede que a otras personas todo esto que estoy mencionando también se los da el teatro, pero siento que yo lo vivencié más en la performance y en mi siguiente experiencia en teatro pude comprobarlo.
Creo que también el teatro ha dado muchas herramientas a mi trabajo de performance, fue una muy buena decisión estudiar teatro y si bien no quise dedicarme a ser actriz, no lo he hecho, porque me he dedicado solo a la performance desde que egresé, igual encontré herramientas para participar desde otro lugar, como la dirección, que también fue dentro de la performance devine directora al querer componer imágenes con muchos cuerpos.
Aprendí mucho para llevar a cabo en el teatro, porque por allá partió mi trabajo de dirección en la performance para trasladarlo al teatro y considerando mi experiencia como ayudante de actuación, creo que todo eso me ha servido mucho para poder estar ahora explorando en la dirección teatral, pero creo que ambas se alimentan bastante.
Pensando en una persona que no ha leído la reseña de la obra, ¿cuáles son los puntos claves para entender “Volver al lugar donde asesinaron a mi madre”?
No sé si diría para entender la obra, porque creo que ahí cada persona tiene su propia lectura de lo que está presenciando, de lo que está viendo, de la experiencia que está teniendo, en este caso, la obra que estamos presentando.
Me interesa mucho ese espacio que puedan tener las, les, los espectadores al ver una obra, pero creo que en cuanto a los temas que se trabajan, la obra parte con una exploración desde «Las bacantes» de Eurípides, hay mucho de ese texto, pero acá muy retorcido, se convirtió en otra historia y todo. También está Dionisio, que llega junto a las bacantes, está Diana, que llega junto a sus amigas, que son amigas, amores, son putas.
Vuelven al lugar donde ella recuerda que asesinaron a su madre y este lugar es su familia, es su núcleo más cercano que luego la abandonó. Viene buscando respuestas y en la obra se tocan mucho los temas del abuso sexual, de la muerte, el femicidio. No es solo abuso sexual, sino que también es abuso sexual infantil. Van a aparecer esos temas.
Hay personajes que son trans en la vida real y también lo son dentro de la obra también, se habla un poco de sus problemáticas o de sus conflictos, Es una obra que tiene varios temas. Me interesa más que la gente lo vea y que pueda desprender lo que quiera.
¿Qué puede aportar el teatro, a diferencia de otras artes, a causas y demandas sociales?
Creo que todas las artes pueden de alguna manera servir de voz para expresar ciertas demandas sociales, para visibilizar ciertas problemáticas, injusticias. También para que cada persona pueda expresar lo que siente o lo que ha vivido o no sé, experiencias traumáticas, de alguna manera darles una vuelta.
Pero en el teatro como que igual se sumerge a una persona a una trama donde se dialogan los conflictos o las demandas desde distintos aspectos.
De seguro que hay maneras de hacer teatro en que se dice claramente ciertos discursos, en otros puede que se planteen de un modo para dejar a les espectadores pensando, reflexionando, más abiertamente. Pero al ingresar así en la trama y ver a personajes dialogando o a veces tampoco necesariamente solo dialogando por medio de la oralidad, sino que también a través del cuerpo de las acciones. Creo que es una manera de sumergir a les espectadores en un viaje en el que hacen un recorrido por distintas sensaciones, emociones, También acompañando la vivencia que están teniendo estos personajes o estas performer en escena, porque en el teatro también a veces se es performer.
En todas las artes es posible tocar o hacerse cargo de ciertas demandas sociales desde un lugar crítico, y dar tu opinión de alguna manera o dejar al menos la reflexión o temas abiertos para que eso suceda.
¿Cómo llegaste a esta obra, llegar a dirigir el texto que está escrito por Carla Zuñiga?
Este proceso fue bien largo. No sé si ya lo dije, pero estaría bueno repetirlo, quizás, porque fue una obra creada en pandemia, partió siendo una propuesta que le fui haciendo a mis compañeras actrices que había convocado, a ir desprendiendo ciertas temáticas que nos interesaban de «Las bacantes» de Eurípides y también pidiéndoles videos con ejercicios prácticos, a la vez de ir trabajando con el texto.
Se fueron desprendiendo temas que nos interesaban, parte de la trama es que ocurra un femicidio a Sémele, a la madre de Dionisio. Empezaron a aparecer estas cosas y luego también fuimos a través de ejercicios y de improvisación, viendo temas que nos interesaba tocar y que también tienen que ver con todos los tiempos en realidad, como pueden ser los secretos familiares, el tema del femicidio, el abuso sexual infantil.
Se fue armando ciertos bosquejos de ciertas escenas de propuestas, un árbol genealógico, un texto con la descripción del día de cuando ocurrió el asesinato, que parte también Carla lo mantiene, este árbol genealógico. Cada personaje se puso su nombre, algunos les puse yo y así fue, armándose toda una propuesta que se le entregó a Carla, textos, imágenes, ciertas cuestiones como de un posible imaginario que podía surgir.
Carla fue escribiendo la historia y mandando acto por acto, porque yo quería mucho trabajar con una estructura dividida en actos, así es que eso, así fue el proceso.
Tuve varias conversaciones con Carla por teléfono, por videollamada, coordinando cosas. Ella me preguntaba qué me parecían ciertas propuestas. En un momento hablamos de nuestros propios conflictos con ciertos temas como la maternidad o como nuestra relación con las madres. Así se fue armando esta historia.
Luego vinieron los ensayos parcelados. Tuve que ir convocando a los grupos más pequeños, a quienes estaban en ciertas escenas, porque no podíamos -por la pandemia- reunirnos todas.
No había sala de ensayo, ensayamos en mi casa. Luego tuvimos sala en Balmaceda Arte Joven, nos prestaron espacio, pero también estábamos constantemente con el problema de las cuarentenas, en que en un momento iba a estar cerrado la sala, por la comuna donde era y así fue muy difícil, pero logramos sacar el trabajo y ahora tener nuestra 4.ª temporada.